Cómo invertir el tiempo

Los dos recursos más preciados por las personas son el tiempo y el dinero, y con ambos solo podemos hacer dos cosas, o gastarlos o invertirlos. Por ello, la gran diferencia entre un rico y un pobre es que los primeros invierten su tiempo y su dinero mientras que los segundos los gastan. Esto es porque la mayoría de las personas trabajan la gran parte de su tiempo para gastar en sobrevivir todo el dinero que ganan trabajando. Si te encuentras en esa situación y quieres salir de ella, empieza por cambiar lo que haces en tu tiempo libre. Con el tiempo no productivo, es decir, el que no dedicamos a trabajar se pueden hacer dos tipos de actividades, unas de alto valor y otras de bajo valor.

Las actividades de bajo valor son las que no te reportan recompensas, por muy placenteras que sean, o que las recompensas que aportan son pocas y a muy corto plazo. Entre ellas se encuentran por ejemplo ver la televisión, leer revistas de prensa rosa, escuchar música, ir de cañas al salir del trabajo, hacer llamadas para chismorrear y criticar al vecino, navegar sin rumbo por el ciberespacio, salir de marcha nocturna, etcétera… Todas ellas están pensadas para el entretenimiento y el esparcimiento, y no reportan satisfacciones más allá de pasar el rato o sociabilizar, muchas de ellas incluso se realizan en solitario y son una vía de escape para matar el tiempo.

Por el contrario, las actividades de alto valor son aquellas que siguen el principio de la siembra y la cosecha. Son acciones cuyos resultados no son visibles de inmediato pero con el tiempo dan sus frutos con creces. Con frecuencia, además requieren un sacrificio o un aporte extra de energía para llevarlas a cabo. Estoy hablando de actividades que te permiten abrir tu mente y cambiar tu forma de pensar, que expandan tu inteligencia emocional, inteligencia financiera, inteligencia social e inteligencia espiritual, como la formación en habilidades empresariales, el desarrollo personal, la lectura de libros de superación y autoayuda, o la planificación a largo, medio y corto plazo de tu vida. Mi padre siempre decía que la mente es como un campo que has de abonar y cultivar. Así que decide qué frutos quieres recoger para saber qué tipo de semillas tienes que plantar en él, y cuida de no fumigarlo con sustancias tóxicas.

El gran problema de nuestra sociedad es que cuando finalizamos los estudios reglados, nos creemos “productos acabados” y dejamos de formarnos. Pensamos que a partir de ahí lo que sigue es adquirir experiencia, entonces nuestra mente se vuelve improductiva. Es cierto que la experiencia es un grado, pero no es suficiente. De hecho se está viendo cómo hoy en día las empresas desechan profesionales de larga trayectoria para sustituirlos por recién licenciados, más rentables y moldeables. El verdadero valor de las personas no está en su curriculum vitae, que tan sólo es una mirada a su pasado, si no en su visión futuro. Y éste se construye con un plan de acción desde el presente. Las personas que triunfan son gente normal haciendo cosas extraordinarias. La clave está en dar ese extra para llegar más lejos y vivir mejor.