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Cómo vencer el miedo al fracaso

He aprendido que no existe el error si somos capaces de aprender la lección que cada derrota trae consigo, y por tanto, sé que el camino hacia el éxito no es fácil, y al igual que está lleno de bellos oasis, también tiene sus tormentas de arena.

He aprendido que no existe el error si somos capaces de extraer la lección que cada derrota trae consigo, y por tanto, sé que el camino hacia el éxito no es fácil, y al igual que está lleno de bellos oasis, también tiene sus tormentas de arena.

Sobre este tema hay mucho que decir, y hoy voy a hablar sobre ello en primera persona, porque si algo sé hacer en esta vida es fracasar. Ahora bien, cada fracaso ha sido para mí un gran maestro que me ha enseñado a perseverar, a no tirar la toalla y a manejarme ante la adversidad. Por eso es que cada vez que fracaso me levanto, quizás magullada, pero más fuerte. He aprendido que no existe el error si somos capaces de extraer la lección que cada derrota trae consigo, y por tanto, sé que el camino hacia el éxito no es fácil, y al igual que está lleno de bellos oasis, también tiene sus tormentas de arena. Así pues ¿cuándo termina este camino?, ¿cuál es la meta?

Para poder responderte a estas preguntas, lo primero es definir tu propio concepto de éxito, y para mí, hoy por hoy, sé que el éxito es seguir caminando, disfrutando del recorrido cuando se hace llevadero, y aprendiendo a mantenerme de pie cuando se pone resbaladizo. Y sobre todo estando siempre alerta, convencida de que cuando todo va bien se avecina tormenta, y confiada sabiendo que después de la tempestad siempre viene la calma. Y puedo decir esto con total certeza porque lo he experimentado en carnes propias más de una vez. Así que, cuando aceptas que fracasar y triunfar son dos caras de la misma moneda, pierdes el miedo al fracaso. Cierto es que en nuestra sociedad rápidamente se etiqueta de moroso y de incapaz al empresario que cierra su negocio y no puede atender sus obligaciones económicas; yo vivo con eso como una losa sobre mis espaldas, que hace que incluso el tramo llano parezca cuesta arriba. Pero a la vez es la fuerza que me impulsa, el motivo para seguir adelante, para anhelar llegar a ese destino que para mí es la libertad.

En los momentos que vivimos nos encontramos ante la paradoja de que, mientras muchos negocios consolidados están quebrando, y muchos empresarios están arruinándose, se está animando a las personas que no encuentran trabajo a emprender para auto emplearse. Y desde luego que es la solución, en este país hemos de transformar la clase trabajadora en la clase emprendedora, y quienes debemos liderar este cambio somos quienes ya tenemos la experiencia de lo que no se debe hacer, quienes ya hemos recorrido ese camino y también sabemos cómo triunfar y cómo salir victoriosos ante las derrotas. Durante estos últimos años, aún sabiendo que tengo mucho que ofrecer y que aportar a esta nueva clase emprendedora, me he sentido incapaz de hacerlo porque tenía la creencia de que no tenía autoridad para hablar desde mi situación, que tenía que esperar a tener grandes resultados económicos de nuevo para poder contarlo y ayudar a otros emprendedores a cumplir con sus objetivos. Pero hoy tengo la convicción no sólo de que una vez más voy a resurgir como un Ave Fénix, sino de que somos muchos los que vamos a hacerlo juntos.

Por eso, si como yo, tú también sabes lo que es morder el barro, puedes volver a construir desde donde estás, desde lo que eres hoy, no necesitas esperar a que todo esté solucionado, ni al momento perfecto para volver a emprender. Sabemos que nadie ni nada va a venir a sacarnos de donde estamos, sabemos que sabemos hacerlo, hemos aprendido lecciones muy valiosas, hemos pagado el precio por ello, tenemos las habilidades necesarias para triunfar, hemos desarrollado la inteligencia emprendedora. Es momento de encontrar tu oportunidad en medio de la crisis, de convertir tus debilidades en tus fortalezas, de mirar cara a cara a todos aquellos que te señalaron con el dedo y decirles ¡voy a hacerlo de nuevo! ¡voy a reinventarme! Porque el único fracaso es no intentarlo.

 

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